miércoles, 6 de enero de 2010

El Roscón de Reyes

¡Día de Reyes! Día de ilusión. Para los niños, muñecos y juegos, mucho nerviosismo, risas y, quizás, alguna que otra decepción si los Magos de Oriente no han acertado...
Para los mayores otro tipo de ilusiones igualmente emocionantes para los que gustan de disfrutar la vida.
Esta mañana el despertador no ha sonado a las fatídicas e intempestivas "seisypico"... Agradecí despertarme y despererzarme tranquilamente al lado de mi dormidísimo Compañero... Día de Reyes ¡qué ilusión! ¡nos esperan unas cuantas horas de tiempo libre! He saboreado un suculento Roscón de Reyes, elegido con esmero entre la numerosa oferta de unas cuantas pastelerías de la ciudad. Sinceramente, creo que no nos hemos equivocado, puede que sea el mejor Roscón que he tomado en mi vida...
En mis recuerdos el Día de Reyes se manifiesta como un día bonito. Curiosamente tengo muchos más recuerdos de los años de mi adolescencia que de los de mi niñez. Cada año, los Reyes solían dejarme una carta explicando el por qué de cada regalo que me dejaban... Recuerdo con especial ilusión el año en que cumplí los 15, que me dejaron un neceser con cosméticos e instrucciones manuscritas sobre cómo sacar el mejor partido de cada uno de ellos... Tuve la sospecha de que DoñaMadre tuvo alguna conversación previa con SS.MM...no parecía posible que tres barbudos hombres, integrantes de la Realeza de Oriente, supieran aconsejarme acerca de cómo utilizar el rimmel sin hacer borrones en mi cara...

domingo, 3 de enero de 2010

¿Qué tendrá New York?


Hace unos meses visité por primera vez la primera ciudad del conocido como primer mundo.
En estos tiempos que corren podemos saber casi con toda certeza qué es lo que hay en cada rincón del planeta con la ayuda de la TV, el cine o Internet y, a pesar de ello, New York consiguió igualmente sorprenderme.

Me sentí como un auténtico animal de ciudad, arropada por los enormes rascacielos y acompañada por la manada de gente que diariamente caminaba por la 5ª...

En ningún momento tuve la sensación de ser una extraña, sino acogida en la ciudad que, según dicen los que la conocen bien, puede ser la más descarnada del mundo: demasiada gente luchando por buscarse un hueco, supongo...


Siempre tuve reservas hacia la ciudad de New York, que consideraba cuna del capitalismo y el consumismo desbocado...

¡Pero Manhattan me enganchó!...




Me fascinó cada rascacielos y cada avenida, descubrir el brillante Edificio Chrysler y la elegante Estatua de La Libertad, sorprenderme con la buena educación y el saber estar de los neoyorquinos, las maravillosas tiendas tan trendy en NoLIta y tan alternativas en Lower East Side, los gigantes y sabrosos cheesecake de galletas Oreo y aquella diminuta y coqueta pastelería del barrio de Chelsea...



Las alcantarillas echando humo, la venta ambulante de bagels y las deliciosas hamburguesas de P.J.Clarks..., los autobuses amarillos de transporte escolar, la omnipresencia del cuerpo de bomberos, la impresionante pinacoteca del MoMA y la magnífica colección de arte del MET.



Tumbarme al sol en el cesped de Central Park escuchando a lo lejos el sonido de un violín, los enjambres de taxis amarillos, caminar por el puente de Brooklyn con la vista al frente de los rascacielos de Manhattan, comprar delicatessen en Dean and Deluca y ver pasar gente y más gente sentada en las gradas de Times Square...


Y es que todo lo que me gusta lo encontré en New York.
En New York todo es grande, diferente y cosmopolita...

¿¡Qué tendrá New York?