miércoles, 17 de junio de 2009

Locos por el fútbol

Admiro mucho a los deportistas. Por su sacrificio, el esfuerzo y el afán de superación innatos. La temprana vocación que sienten casi todos ellos para dedicar su vida a un deporte siempre me ha resultado sorprendente, ¿cómo es posible que haya gente que a edades muy tempranas tenga clarísimo que quiere ser un profesional del tenis, el baloncesto, la gimnasia o el waterpolo?.
No puedo evitar sentir cierta envidia: ¡lo que a mí me hubiera gustado tener mi futuro tan claro con 14 e incluso con 18 años! Para mi desgracia, pertenezco a esa inmensa mayoría de gente que no ha empezado a ver el camino claro hasta casi llegada la treintena... ¡En fin!... digamos que tan sólo unos cuantos forman parte de "los elegidos" para la gloria...
Como deporte, el fútbol es el que menos me gusta. Me resulta tremendamente aburrido. Este es uno de los motivos por los que no siento tanta admiración por los futbolistas como por el resto de deportistas. Pero este sentir es especialmente provocado por todo lo que rodea al gremio de muchachos peloteadores de balón, que enmascara bastante cualquier atisbo de esfuerzo y sacrificio por su parte.
No puedo evitar compararles con otros deportistas y la balanza les deja en muy mal lugar. Fichajes esperpénticos y dudosamente éticos para dioses balón. Parafernalia de aspirantes a modelos rondando los hoteles de lujo donde se concentran los equipos. Coches de alta gama y fiestas sólo aptas para gente VIP. Seguimiento diario en los medios de sus cuchicheos y tonterías en los entrenamientos, que se ensalzan a la categoría de noticia de interés nacional y se interprentan de todas las maneras posibles. Millones de personas rendidas a sus pies en todo el mundo...
¿Nos hemos vuelto locos por el fútbol?...Tengo la sensación de que lo de menos es el deporte, a lo que más me recuerda es al Circo de los romanos...

lunes, 15 de junio de 2009

Volver, volver, volver

Hay momentos en la vida en que uno decide aparcar casi todo e intentar solucionar algo que piensa que no funciona bien. Esta tarea, sencilla a priori, puede volverse dura y casi inalcanzable. Y eso me sucedió a mi hace unos meses. Tras analizar pormenorizadamente, con la inestimable ayuda de Compañero y mi gente más cercana, el por qué de mis desvelos laborales llegué a la conclusión de que tenía que cortar por lo sano. Y decidí que, como la situación laboral no iba a cambiar nunca, lo mejor era que cambiase yo de trabajo.
Costó tomar la decisión, ya que siempre resulta nefasto reconocer que uno no se ha encontrado con lo que esperaba... y casi siempre intenta dejar pasar el tiempo a ver si está equivocado y las cosas cambian. Pero no suelen hacerlo, al menos así lo percibí yo.
No contenta con mi mundo laboral me puse manos a la obra a buscar otros lugares... Y busqué y busqué pero nada aparecía. Llegaron los desvelos, los desánimos y los llantos. La sombra de la idea de mi mediocridad rondando por mi cabeza. El paso del tiempo aterrador. La sensanción de ser muy, muy mayor...
Y perdí el norte. Y viví casi exclusivamente dedicada a la ardua tarea de buscar, buscar, buscar...
Y Compañero aguantó paciente y estoicamente más de medio año, siempre con sus palabras de ánimo y su fe ciega en mis posibilidades que yo nunca veo.
Y Compañero tenía razón.
Y el nuevo trabajo llegó.
Y yo sólo pienso en VOLVER a disfrutar de la vida, de un trabajo digno, del ocio, del amor, de los amigos, de la familia, de la música, de los paseos, de la playa... ¡y de mi blog!
¡VOLVER, VOLVER, VOLVER!