sábado, 24 de enero de 2009

Esperando un milagro

A estas alturas ya todos nos hemos dado cuenta de que la situación económica en España, al igual que en el resto del mundo no es nada halagüeña. Desde que saltó la primera noticia acerca de la crisis financiera mundial ya han transcurrido unos cuantos meses y la situación, lejos de mejorar, cada día empeora un poco más. Cada día conocemos más casos de amigos o conocidos que se van al paro o se ven obligados a cerrar sus negocios. Y los que tenemos la suerte de mantener nuestros empleos manifestamos nuestras dudas y preocupación acerca de la continuidad de los mismos...
Desde luego, el momento de incertidumbre que estamos viviendo no es precisamente digno de complacencia. Así que vivimos esperando un milagro... una bonoloto, un cuponazo, una quinielita... Esperando algo que nos permita olvidarnos de la incertidumbre y el desasosiego que nos provoca la crisis.
Evidentemente, la solución a este desaguisado económico en el que nos hallamos inmersos no está en nuestras manos, por más que se nos intenten inculcar torpes medidas para reactivar el consumo -no puedo olvidar la estupidez, con perdón, del Ministro Sebastián cuando apeló al españolito de a pie a gastar 150 € anuales en productos nacionales para levantar la economía...-
El caso es que ni siquiera los "genios" que parecían controlar las finanzas mundiales se explican qué ha pasado. Se tiran la pelota unos a otros y nadie se atreve a decir dónde está exactamente el origen de este descalabro mundial de la economía.
Las hipotecas subprime yankees llevaron toda la culpa en el origen de la crisis. Pero ahora estamos descubriendo horrorizados una nueva realidad. Las noticias nos hablan de bancos que quiebran y de mucha letra pequeña implícita en las condiciones de los contratos de nuestras inversiones. Esa letra pequeña que nunca leíamos porque ya lo hacían por nosotros aquéllos joviales hombres y mujeres de nuestro banco habitual, tan preparados, formados y bien vestidos, a los que confiábamos ciegamente nuestros ahorros completamente seguros de que los mimarían tanto como si nosotros los guardásemos bajo el colchón.
Y sucedió que los bancos no eran amigos nuestros, sino de nuestro dinero. Es algo que siempre supimos, pero en algún momento se nos olvidó, anonadados como estábamos en los últimos años de bonanza, cuando había dinero para todos nuestros caprichos y necesidades -reales y consumistas- y casi cualquiera que acudiese a un banco a pedir un crédito salía con él bajo el brazo.

Hace unas semanas, hablando con un amigo, veterano en la vida y en conocimientos acerca de economía, le pedí que me explicase este embrollo de la crisis financiera mundial. Esperaba una complicada respuesta, llena de tecnicismos y de enmarañados conceptos, dado su bagaje intelectual fruto de muchos años de estudio. Mas, al contrario, me dijo:
"Salvia, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y lo estamos pagando"
Así de sencilla fue la respuesta.
Cuando colgué el teléfono escuché de fondo el runrún de la tele. Daban un anuncio: "Si envías FORRADO al cinco-cinco-no-sé-qué puedes ganar no-sé-cuantos-millones de euros" Hice zapping. En otra cadena una conocida marca de leche prometía pagarnos la hipoteca si enviábamos un mensaje a otro cinco-cinco... de esos y resultábamos agraciados con el premio.
Pues va a ser cierto... Los expertos publicitarios también se dieron cuenta.
¡Vivimos esperando un milagro!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Salvia.
Sé que este comentario es decididamente paupérrimo, pero alla va: me gusta tu blog. Creo que pasaré por aqui a leerte de vez en cuando.
Sobre todo si pones chocolate.

Un saludo

Edu dijo...

Unos pocos, vivieron por encima de otros y el sistema se muere de avaricia.
Un Saludo.

Salvia dijo...

Asier: Gracias por tus palabras y por dejar tu comentario. Me alegrará verte de nuevo por aquí.
Un saludo.

Salvia dijo...

Edu: gracias por tu visita. He estado echando un ojo a tu blog, no será la última vez que lo haga!!
Saludos