domingo, 18 de enero de 2009

Una visión antropológica de Madrid

Me confieso una gran enamorada de Madrid. Teniendo en cuenta que considero un castigo el no poder disfrutarla tanto como me gustaría, los fines de semana que puedo me levanto temprano para vivirla a tope y ejercer un poco de la antropóloga que no soy. Con esa sensación de que no me llegan las horas del día, salgo de casa con prisa por reencontrarme con sus calles repletas de gente, tras la cual se intuyen vidas de lo más variopintas.
En la fría pero soleada mañana de ayer, una joven oriental caminaba deprisa hacia el Arco de Cuchilleros.Vestida al modo flamenco, con una falda larga negra, mantilla, zapatos de tacón con lunares y el pelo negro y lacio recogido en un moño en la nuca. Se le cruzó un hombre de mediana edad que la miró de arriba abajo y, con un madrileño acento castizo, le espetó un: "corre, niña, correeee, que llegas tarde a la clase de baileee" ... No pude evitar pensar, mientras no podía parar de reir, que ojalá hubiese tenido una cámara, la foto del momento habría sido digna de un Pullitzer...
El ambiente variopinto de Lavapiés, fruto de la unión de culturas y de razas, no pasa desapercibido a nadie. Resulta de lo más curioso ver sentados en un mismo banco a dos abuelas octogenarias, junto a un rastafari "fumao", mientras pasa por delante un keniata con la mirada perdida y dos treintañeras "súper-cool", vestidas a la última, esperan a una tercera en la salida del metro...
En la plaza de Tirso de Molina, un Agente de Movilidad recibe una llamada telefónica. Al mismo tiempo que comprueba la hora del ticket de estacionamiento de un vehículo, le cuenta ilusionado y chispeante a su interlocutor: "he conocido a un chico, tiene 42 años, es muy majo y esta noche hemos quedado para cenar"... Está feliz. Intuyo que le espera una apasionante noche.
El elegante y exclusivo Barrio de Salamanca ofrece otra perspectiva de la ciudad. Tiendas caras. Mujeres que van a la moda. Hombres bien vestidos. Coches imposibles para un mileurista.
En la barra de la heladería Giangrossi de Velázquez una joven muy guapa habla con su amiga del último examen en la "uni", mientras un ama de casa muy chic compra helado para la cena que celebrará esa noche. Salvio y yo tomamos un rico helado de vainilla, mientras planeamos nuestro fin de semana. En la mesa contigua, una pareja de más de cincuenta está disfrutando de una escapada romántica en la capital: de lo más acaramelados toman su consumición, con la presencia de una pequeña y preciosa bolsa de papel marrón, de nombre "Loewe", que él le acaba de entregar y que ella recibe sorprendida y con el semblante absolutamente feliz.
Madrid provoca en mí una extraña mezcla de sensaciones, desde la libertad más absoluta, hasta un sentimiento de soledad, pasando por la euforia que provocan el asfalto, los neones y la oferta de ocio de las calles más céntricas. Millones de oportunidades y de cosas por descubrir. Gente. Vida. Optimismo. Madrid es absolutamente fascinante.

3 comentarios:

mariposa dijo...

Me ha gustado mucho tu descripción de la vida en la ciudad, probablemente es una forma de describir la vida en cualquier ciudad grande, llena de muchas sensaciones diferentes...un beso

Anónimo dijo...

Uf, ya pensaba que no ibas a volver a escribir. Tu post sobre Madrid me ha encantado. GRacias a la oferta de viajes de avión que existe en la actualidad y a la subvención del 50% de la tarifa por residir tan lejos de Madrid, mi mujer y yo que somos dos enamorados (mutuos y también de Madrid), cada vez que tenemos una oportunidad de fin de semana largo nos vamos a Madrid. La describes perfectamente, y es la ciudad española más abierta. Lo que fue hace años Bercelona y que ahora es cada día más provinciana y limitada por muchas razones. Saludos.

Salvia dijo...

Agradezco mucho vuestros comentarios ¡como siempre! Me animan a seguir escribiendo cosas. Seguiré haciéndolo, salvo en semanas "imposibles" como la pasada. Un saludo.