domingo, 7 de diciembre de 2008

Ese nuevo viajero


¿Qué significa irse de viaje?... en muchas ocasiones, observando y analizando ciertas conductas, me he preguntado qué sentido tiene para algunas personas el hecho de viajar.

Hay infinitos tipos de viajero. Se me ocurren ahora: el mochilero sin un chavo al que no le queda otra que hacer las noches en un tren o albergue, el mochilero que lo es porque le gusta y lo disfruta muchísimo, aquel que se conforma con un hostal cutre, el más sibarita y pudiente que va a hoteles caros... Aparte de estos detalles, todos ellos, como viajeros, tienen en común el que les gusta conocer nuevos lugares, nuevas costumbres. Vivir la ciudad que visiten, sea española, europea, asiática o americana, sus museos, sus monumentos, su oferta cultural, su gastronomía, sus calles, sus gentes... Reencontrarse con la naturaleza en la montaña, sentir la brisa marina en la cara, disfrutar comiendo unas latas de sardinas en un campo lleno de flores o escuchar cantar a los pájaros dando un largo paseo por los prados y montes de cualquier inhóspita aldea del norte de España.

Aún en un mismo destino, cada viajero aprovecha para empaparse de aquéllo que le resulta más atractivo, evidentemente cada uno tenemos nuestros gustos y damos prioridad a unas u otras actividades según éstos.

Pero he observado que en los últimos años ha proliferado una nueva especie que quiere hacerse pasar por "viajero", pero no es tal. Seguro que os suena si os hablo de gente para la que viajar es irse a algún lugar sólo por lo bien que queda decir que te has ido. Y da igual a donde sea. Cualquier lugar es mejor que quedarse en casa. Es esa gente que, cuando alguien habla de algún viaje reciente o en proyecto siempre saca a relucir alguno de sus viajes "estrella". Son los especialistas en mirar billetes e irse a donde sea más barato, aunque sea a costa de estar en un lejano lugar un puñado de horas. Es la cultura del ir porque sí, porque si todos viajan yo también, aunque no tenga ni puta -con perdón- idea de lo que es visitar un lugar nuevo. Pero "¡fíjate! me he ido, ¡oyes!"... "aunque resulta que en aquel sitio no había -o no encontró, diría yo...- nada que hacer"... ¡¡Pues búscatelo!! Ya que te vas en busca de no-sabes-qué a algún sitio que suena "superbién", interactúa, ¡¡¡¡coooño!!!!

Lo que más me molesta de este tipo de "nuevos viajeros" es que se nota que ni siquiera están disfrutando con lo que hacen. Nada les gusta, nada llama su atención, todo parece poco, o sucio, o raro, o "uf! qué bien vivimos en nuestra ciudad"... pero... ¿y lo bien que queda llegar el lunes a la oficina y decir que estuviste en "cualquier-lugar-mejor-cuanto-más-lejano"? El caso es irse. Que queda guay decirlo a los colegas, sobre todo a los que no han tenido vacaciones, "¡ay pobres! ¡¡con lo bien que yo he viajado!!" Pero ¡¡Señor Mío!! ¿qué conocerá esta gente de su propia ciudad?...

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