domingo, 7 de diciembre de 2008

Es sábado... ¿me voy de compras?

Recuerdo que cuando era una niña mi madre me compraba ropa dos veces al año: al comenzar el colegio, en septiembre y al finalizar el colegio, en junio. Ella misma se compraba ropa también en esas fechas. Los jerseys y las chaquetas me los hacían mi tía Vene y mi abuela.
Tengo vivo el recuerdo de esa época, cuando Zara era sólo una tienda un poco más grande que las demás y que vendía ropa por temporadas. Me gusta comprar ropa, pero con límites. Dicen que ha sido precisamente Zara la que ha "socializado" el mundo de la moda, poniendo a nuestro alcance nuevas colecciones cada semana. Como imperio, chaupeau por Zara. Tener una amplia oferta está bien para todos. Cada uno elige lo que quiere y cuando quiere, pero... ¿dónde está el límite?... El límite, evidentemente, está en uno mismo y su criterio de lo que es necesario y lo que no lo es... ¿es necesario ir de compras cada sábado? ... ¿cada mes?... ¿cuántos vestidos necesito para ser feliz?... ¿alguna vez encontraré la felicidad a través de las compras? ... ¿compro para ser feliz o soy feliz porque compro?... ¿compro para olvidar?...
Y en medio de esta vorágine de consumismo compulsivo de moda pienso yo ... ¿hay algo mejor que estar todo un fin de semana con tu gente, unos vaqueros y un par de mudas? ... ¿hace falta algo más? ...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A cualquiera que se le pregunte qué relación encuentra entre consumismo y felicidad, responderá que ninguna. Negará ese vínculo rotundamente. Sin embargo, creo que esa contestación no responde a la realidad.

Uno de los principios fundamentales de la Economía dice que el individuo (como consumidor) siempre gestiona su capital (dinero y tiempo) de la forma que le aporte la mayor satisfacción o felicidad posible.

Según esto, la única explicación de que alguien siga comprando ropa cuando ya tiene el armario lleno, o cambie de móvil cuando el actual funciona perfectamente (por poner dos ejemplos de muchos posibles), es que ese gasto superfluo lo hace porque le aporta felicidad o placer.

De hecho, hace poco apareció en la prensa un artículo sobre un estudio que explicaba que cada vez se acudía más a las compras como "píldoras" de felicidad para compensar un mal día en el trabajo o un disgusto personal. Y a casi todos nos ha ocurrido en algún momento de nuestras vidas.

Si ahora se vuelve a preguntar qué relación hay entre consumismo y felicidad, la respuesta no parece tan clara.

Creo que el problema viene, como dices, cuando se asocia ocio con consumismo. Y, por desgracia, parece que cada vez es un fenómeno más extendido.

Creo que una de las causas, es que nos dejamos llevar por una publicidad que constantemente nos intenta convencer de lo felices que vamos a ser al comprar tal o cual producto.

Pero, ¿por qué caemos en una trampa tan previsible como la de la publicidad? Sin quitarle méritos a las técnicas publicitarias, creo que es por el descenso continuado en el nivel educativo de la sociedad. Y no me refiero tanto a la educación académica (nunca antes ha habido tantos universitarios) si no a la pérdida de valores y principios.

Bueno, muchas reflexiones mal hilvanadas para mi primer comentario.

Salvia dijo...

¡¡Querido compañero!! Te agradezco infintamente tus reflexiones. Has puesto una acertadísima guinda a mi post.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en la actual pérdida de valores de la sociedad. A veces presencio comportamientos, frases, actitudes que me resultan insultantes. Basándome en mi fundamental premisa de respeto hacia las opiniones de los demás, suelo callarme... para luego quitarme la espinita escribiendo en este blog que he creado, entre otras cosas, para este fin!
De todos modos vamos a conceder una oportunidad a la sociedad, todos hemos cometido muchos errores de los que hemos aprendido. Yo misma no reconozco algunas actitudes mías de antaño. Así que confiemos en el savoir faire y en el criterio de la humanidad... sino... Dios nos coja confesados...